lunes, 29 de octubre de 2018

Las espirales de la Quebrada Santo Domingo. Seguimos en la resistencia


Las espirales de la Quebrada Santo Domingo
Seguimos en la resistencia

Espiral con voluta. Fotografía por © Gori Tumi Echevarría López - 2008

Víctor D. Corcuera Cueva

Este primero de noviembre, se cumple 18 años desde que llegamos por primera vez a la Quebrada Santo Domingo, valle de Moche, La Libertad. En aquel tiempo, conjuntamente con un grupo de amigos habíamos integrado el colectivo “Capuxaida”, con el cual investigábamos las posibilidades de nuevas alternativas turísticas para fomentar la práctica de deportes de aventura en la Región La Libertad. La práctica del sandboarding, para Trujillo, nacería con este colectivo. Las primeras dunas recorridas fueron aquellas situadas entre cerro Chico y cerro Arena, detrás del Apu de la Huaca de la Luna, el cerro Blanco.
A causa de las limitaciones para el acceso a estas dunas, decidimos buscar otros espacios. Es en ese contexto que el 1 de noviembre del 2000 llegamos al pie de una duna de 100 metros de alto, formada por arena de origen eólico, fina y de textura muy suave, perfecta para el sandboarding. Desde su cima observamos, por primera vez, uno de los atardeceres más excepcionales que hayamos visto en nuestras vidas. Al oeste, en el horizonte, el sol tocaba las olas del océano Pacifico, mientras que al Este los últimos rayos iluminaban las montañas de una tonalidad rojiza, la misma que se proyectaba en las nubes. Sin embargo, lo más espectacular de ese instante fue apreciar que, al fondo, en la parte baja de ese conjunto de montañas, se extendían terrazas, cortadas por los lechos de ríos secos. Éstas eran de un color rojizo, uniforme, parecía que era la sangre de las montañas que bajaban hacía el río Moche.

Desde entonces, quedamos embelesados de aquel espacio, donde el silencio le dotaba de una atmosfera etérea, limpia y, desde nuestra perspectiva, sagrada. Atraídos por estas características empezamos a visitar la duna semanalmente, y siempre desde su cima contemplábamos aquellas terrazas.
A inicios del 2001, decidimos ingresar a aquellas terrazas. El primer paso que dimos en aquel espacio fue mágico. Sentimos como si la energía, acumulada por milenios, circulaba por nuestras arterias, formando una unidad entre las terrazas, las montañas y nosotros. Para nuestra sorpresa, hallamos un micro-geoglifo de la forma de una serpiente de aproximadamente 10 m de largo por 1 m de ancho. Asombrados por la existencia de ese trazo decidimos regresar la semana subsiguiente para fotografiarlo. Para cuando volvimos, el micro-geoglifo había sido destruido desde el subsuelo. La maquinaria pesada de Chavimochic y otras empresas, utilizaban la zona como cantera oficial para diferentes fines. Desde entonces, de nuestra parte, hicimos lo imposible para colaborar con el INC-hoy MINCUL-, sin embargo, por razones que desconocemos, sus reacciones siempre fueron cuestionables.

En ese contexto, iniciamos una campaña sistemática para su investigación, conservación y defensa. Uno de los resultados que se logró fue que el INC coloque el panel que señalaba su categoría, zona arqueológica Quebrada Santo Domingo. Los materiales arqueológicos investigados abarcaban desde los periodos más prístinos de nuestra herencia cultural hasta el Intermedio Tardío, Chimú. Evidentemente los geoglifos se convierten en las manifestaciones arqueológicas más notables del lugar. Los diseños de éstos son de diferentes temáticas, donde las espirales son las menos comunes, pero por sus técnicas de manufactura, las más visibles. De las investigaciones realizadas por Gori Echevarría y Víctor Corcuera, se tienen espirales, espiral con voluta y triple espiral. Así mismo, quien escribe, en sus recientes investigaciones ha hallado una cantidad excepcional de talleres de ocupación Paijanense, así como también, caminos, muros, y un sistema de control administrativo durante el periodo Chimú.

Hace un par de años se propuso la creación de un Geoparque para la Quebrada Santo Domingo, a causa de la importancia geológica que comprende a la zona arqueológica en relación a su entorno. Asimismo, se reportó –por primera vez- la flora y fauna de la Loma Ochiputur, la cual es la clave para comprender la razón por la cual, desde el Paijanense hasta el Intermedio Tardío, aquel espacio fue ocupado por milenios.

A pesar de nuestros esfuerzos, la zona arqueológica ha sido afectada seriamente, ya sea por ser utilizada como cantera, o como botín de traficantes de tierras para fines agrícolas o de vivienda. No obstante, esta tragedia, hay iniciativas de carácter institucional e individual que siguen en la resistencia, en proteger este Paraje, único y excepcional y legarlo a las próximas generaciones, es un deber moral.


Antes de concluir deseo nombrar a las personas con quien llegamos por primera vez a este lugar: Daniel y Melissa Massat, Enrique Plascencia, Pedro Mendez y Luis Cabrera. Asimismo, destacar la labor de las personas e instituciones que han empezado a involucrarse en su defensa y divulgación: los caminantes de Rutas Nómadas, quienes son los actuales guardianes de las Huacas; José Orrillo; y Pablo Namay, investigador social originario de Laredo. A todos ellos, mis sinceros agradecimientos, hoy y siempre. 

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martes, 28 de agosto de 2018

Hoyada Santo Domingo. Territorio nómada y huella física de la ocupación Paijanense

Hoyada Santo Domingo
Territorio nómada y huella física de la ocupación Paijanense


Se pone a disposición el artículo del Bachiller en Ciencias Sociales, Víctor Corcuera Cueva, el cual trata acerca de la ocupación Paijanense en la Zona arqueológica Quebrada Santo Domingo.

El artículo publicado en la Revista VEA, edición 225, en formato PDF, pueden descargarlo desde el siguiente enlace: pulse aquí